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Estrategias para evitar enfermedades de postcosecha en cítricos chilenos

RedAgrícola Chile

28 mar 2022

Penicillium, pudrición gris así como los mohos verde y azul son las principales enfermedades que amenazan a estos frutos tras dejar el árbol

Por Miguel Patiño – RedAgrícola

La doctora en fitopatología e investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Ximena Besoain, analizó las causas y los daños que provocan en la fruta en las principales zonas productoras del país, entregando las claves para una correcta estrategia de prevención y control, sobre todo previo a la cosecha.


Chile tiene un prestigio como país exportador de fruta de calidad, y los cítricos no son la excepción, pero incluso con procesos de recolección y empaques inmaculados, siempre existen riesgos de enfermedades latentes que pueden poner en jaque aquella fruta que se destina a los mercados internacionales.


La temporada pasada, Chile exportó 390.000 toneladas de cítricos, principalmente mandarinas y limones, que tuvieron a EE UU como el principal mercado de destino, recibiendo el 85% de esa fruta producida en el país. “Hay bastante experiencia en todas las empresas que procesan fruta, y se han ido conquistando mercados gracias a la calidad. En Chile hay buenas estrategias de postcosecha para el envío de fruta al extranjero, y hay mucho rigor en eso”, explica la doctora en fitopatología de la Universidad de Valencia y académica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Ximena Besoain, sobre cómo Chile ha ido conquistando mercados. Aunque para mantener ese terreno, los productores no deben confiarse, sobre todo porque cada país tiene sus propias tolerancias y sus procesos para el ingreso de la fruta, “aunque la clave está en que se tomen las precauciones para que, si existe un fruto infectado con alguna condición de postcosecha, esa enfermedad no se expanda al resto”, sostiene.



Para lograrlo, son importantes los controles de calidad que realicen las empresas del sector. Por parte de los centros de investigación, la contribución de estos tiene que ver con el manejo de campo, con el objetivo de disminuir al máximo los daños que pueda presentar la fruta.


PSEUDOMONAS, UN ENEMIGO OCASIONAL

Esta enfermedad, que en inglés se conoce como ‘Black pit’, por presentarse como una punteadura negra, afecta principalmente al limón, presentándose en zonas más bien específicas, por ejemplo, en aquellas donde pueda haber frío, lluvias, presencias de rocío y heladas en época de cosecha.


Esta bacteria no se presenta de inmediato, sino que aproximadamente un mes después de cosechar y almacenar la fruta. Se manifiesta con lesiones necróticas deprimidas en frutos de limón, principalmente durante el embalaje de la fruta. La bacteria Pseudomonas syringae, es muy similar a la enfermedad que afecta a los carozos, de acuerdo a estudios que ha realizado la propia Dra. Besoain. “Esta bacteria posiblemente ataque más a huertos que tienen esta combinación de carozo y limonero, por ejemplo”, advierte.


Por las condiciones necesarias para su aparición, esta enfermedad se podría presentar más bien desde la Región Metropolitana hacia el sur del país. “No es una enfermedad de la zona centro-norte, porque no existen condiciones de lluvia o de frío. Si bien se da hacia el sur, es una enfermedad ocasional y no es un problema que hayamos visto hasta ahora último. De hecho, hace mucho tiempo que lo diagnosticamos y fue un problema de una temporada, que fue muy notorio, porque el daño es muy espectacular”, explica la Dra. Besoain. Esta espectacularidad a la que refiere es porque, según detalla, la bacteria causa una lesión en la superficie, pero al abrir el fruto, va a estar negro por dentro.


La experta explica que se hicieron ensayos y la bacteria ingresa generalmente a través de heridas, aunque si no hay herida, igual podría ingresar a través de estomas o lenticela de la fruta como ‘aberturas naturales’, ya que entre un fruto con heridas y sin heridas, será el dañado el que tenga la mayor presión.


Esta bacteria, que extrañamente no ataca a carozos en poscosecha, sí afecta al limón en este periodo y, aquella fruta que se almacenó en un bin podría además generar contagios entre una fruta y otra, aunque la Dra. Besoain precisa que tampoco “se va a desparramar por todo el bin, porque para que eso ocurra tendría que haber condiciones de lluvia, y eso no va a ocurrir dentro de una bodega”.


Para la fitopatóloga, los riesgos están en que existan lesiones un mes antes o posiblemente los quince días anteriores a la cosecha, y siempre que haya lluvia o frío mientras la bacteria esté en el ambiente. “Con esto me refiero a lo que tenemos alrededor: Si el huerto limonero colinda con uno de carozos, en este caso podríamos tener un ataque a la fruta”, advierte, apelando a que la mejor forma de evitar esta enfermedad es prevenirla, porque no existen muchos productos para su control, ya que actualmente lo permitido por la autoridad son aquellos en base a cobre.


“La aplicación de productos cúpricos pueden ser utilizados en forma preventiva, ya que el cobre no tiene efecto curativo. Entonces hay que aplicarlo antes de que se produzca la infección para que, en el fondo, la bacteria nunca logre formar una masa de bacterias suficiente como para ingresar al tejido y causar daño”, describe la experta. Besoain resalta además que el uso de cobre es de utilidad para controlar otra enfermedad en cítricos como la pudrición parda, causada por Phytophthora citrophthora, que es más común en zonas más lluviosas.


La aplicación de estos productos cúpricos es foliar, aunque la Dra. Besoain llama a la precaución en su uso ya que, en caso de que hubiese una gran aplicación, con un gran volumen de agua, hay que preocuparse de que esta no gotee mucho al suelo, ya que investigaciones tanto chilenas como extranjeras han demostrado que “en los primeros cinco centímetros el cobre empieza a aumentar en forma indeseada, es decir, estamos hablando de sobre doscientas partes por millón de cobre en el suelo, y eso significa que estamos empezando a eliminar la microbiota al menos en esos primeros centímetros de suelo. También el cobre compite con la lombriz de tierra, entonces desde ese punto de vista, el cobre es bueno pero también hay que tener precaución de no abusar de él”, advierte sobre el uso del producto y refuerza la idea de que, si bien es un problema que no se manifiesta todas las temporadas, es importante no bajar la guardia.


BOTRYTIS, UN TEMA NO DEL TODO RESUELTO EN CHILE

La botrytis es un patógeno muy hábil, causante de la pudrición gris, porque si se le da la oportunidad va a entrar a causar daño, porque le interesa alimentarse. “Esa es su función”, destaca la Dra. Besoain.


Para la experta, la parte más relevante de la botrytis o pudrición gris en los cítricos se da en la floración, ya que de acuerdo a estudios realizados por especialistas como Jaime Montealegre, profesor de la Universidad de Chile, han demostrado que sus esporas quedan debajo de la roseta que tienen los cítricos, y afloran en un periodo cercano a la cosecha. Entonces, si los frutos están cercanos a la madurez, una lluvia podría afectar esta fruta, sobre todo en el caso del limonero, donde es muy baja o poca la fruta que se cosecha en verano, pero sí una mayor cantidad se cosecha en otoño, invierno y primavera.



Las condiciones favorables para que se produzcan ataques de botrytis tienen que ver con temperaturas medias, de entre 15°C a 21°C (no ataca sobre 25°C). Pese a esto, sí podría afectar con temperaturas más bajas. “Una helada por supuesto que es una buena condición”, subraya la especialista de la PUCV. En el caso de los cítricos, concretamente, lo que ocurre es que estos habitualmente florecen en el mes de octubre que, según apunta la Dra. Besoain, es un mes complejo, ya que si bien se presenta como un espacio de tiempo seco, también se pueden presentar ocasionalmente bajas temperaturas e incluso heladas, algo que coincidiría con un árbol que está en floración, condiciones perfectas para la aparición de esta enfermedad.


De acuerdo a la experta, este patógeno “se las arregla muy bien para sobrevivir en maleza, en el suelo como esclerocios (estructura de resistencia), y una vez que se favorecen las condiciones, rápidamente surge y puede causar daño a la flor, que se atizona, o le puede causar daño al fruto que está en desarrollo. En un limonero, cuando está en desarrollo, a veces se forman crestas con presencia de russet, un daño bien característico de esta enfermedad y que, si bien no hay una pudrición, sí causa un daño colateral”. Además, si la fruta fue cosechada y no se encontró botrytis previamente, se pueden producir problemas en la postcosecha. “La infección queda en la roseta de los frutos, o en el pedúnculo. En esa zona, en ese huequito, se ha determinado que existen esporas, que quedan latentes y que se desarrollan después en la postcosecha. Por eso, en destino podría haber problemas”, comenta.



Asimismo, previo al proceso donde los frutos pasan por atemperado y desverdizado, es decir, aquella ventana en que los cítricos se guardan en los bins, es donde están en contacto con otras frutas, sin tratamientos y solamente almacenada, es el momento en el que se pueden producir ‘nidos’ de botrytis.


“Si un fruto está infectado y empieza a desarrollar la infección, rápidamente va a afectar a varios, porque es muy rápido y por eso se producen los ‘nidos’ de botrytis. En esa etapa el fruto está muy susceptible y desprotegido, si es que no ha tenido buenas aplicaciones”, describe la especialista de la PUCV, advirtiendo además que, si el problema no se controla en floración o posteriormente, se va a producir botrytis en la poscosecha.


Pero, ¿es posible prevenir esta enfermedad? La Dra. Besoain explica que, para que no se generen ‘nidos’ de bortrytis, es muy importante prevenir el problema en la etapa de primavera. “Si tenemos un buen control de primavera, nos tendremos que preocupar más bien después Penicillium, Phythophtora o pudrición parda”, indica.


Respecto a los productos disponibles, la experta señala que hay pocos fungicidas permitidos para botrytis, y deben ser analizados antes de la aplicación por el tiempo que requieran para degradarse. “Se podrían hacer esfuerzos para incorporar nuevas alternativas”, propone, ya que actualmente se hacen tratamientos con fungicidas aplicados en ducha o en cera, que protegen la fruta y, si está protegida, se puede generar una protección donde si se llega a pudrir una fruta, las demás no se enfermen.


Además de alternativas químicas, la experta señala que hoy hay disponibles en el mercado productos que controlan botrytis y que son naturales, sobre todo del género Bacillus, aunque esgrime que faltan ensayos “para evaluar alternativas, eso sería muy interesante, porque podemos tener una alternativa para ampliar el espectro de productos, además que serían más naturales”.


PENICILLIUM, ACECHANDO DESDE EL SUELO

El patógeno Penicillium, ya sea P. digitatum o P. italicum, cuenta con estas dos especies distintas que pertenecen a un mismo género, el primero causante del “moho verde”, mientras que Penicillium italicum el causante del “moho azul”.


De acuerdo a la Dra. Besoain, estos son hongos que se pueden dar desde la precosecha o en el periodo cercano a la precosecha, mientras haya frutos en el suelo. “Si uno va en cualquier época a los campos, y hay frutos en el suelo, si uno los ve van a estar llenos de esporas de Penicillium”, describe.



Este hongo se desarrolla principalmente con humedad, pero no con agua libre, ya que la lluvia y similares no le favorece, sino que prefiere un clima más bien seco. Las condiciones que necesita Penicillium tienen que ver principalmente con frutos que caen al suelo, que tengan una herida -porque con el golpe es altamente probable que se abra una herida-, y ahí se generan las condiciones para que entre Penicillium.


Esa fruta en el suelo se llenará de moho verde o azulado, con miles o cientos de miles de esporas en un solo fruto. Con viento seco y sin humedad, esas esporas pueden ser dispersadas permanentemente, desplazándose hasta un fruto que a lo mejor está sano y sin heridas, pero basta que en la cosecha haya un movimiento brusco para que se genere una microherida y la espora de Penicillium germine e ingrese.


Por eso, la académica PUCV resalta la importancia de que la gente que cosecha manipule bien la fruta y la deje en su contenedor en lo posible sin hacer heridas.


La experta recomienda, ante esto, generar condiciones de limpieza en el huerto por lo menos una semana antes de la cosecha, para que se recoja toda la fruta que está dañada, entendiendo también que cuando recoges fruta, en el fondo también se está dispersando las esporas.


“La gracia es que con eso sacas millones de esporas, ya que un fruto puede tener miles de esporas, y eso es mucho. Si tú sacas eso antes, vas a tener menos inóculos, y al tener menos inóculos, tienes menos presiones del patógeno o de la posible enfermedad que se pueda causar”.


Pero, ¿qué pasa con las esporas en los bins, una vez cosechada la fruta? “La espora de Penicilium es tan livianita, que está preparada para dispersarse en forma aérea, por lo que normalmente en las cámaras donde se hace todo este proceso, todo el mundo sabe que tiene que estar permanentemente desinfectándolas, porque este tipo de patógenos están permanentemente infestando el ambiente y, por lo tanto, si hay herida en una fruta, ahí se depositará”, responde sobre un patógeno que necesita una herida para ingresar al fruto, pero que, de no tener un ingreso por una lesión, la espora puede permanecer en la piel del fruto hasta que aparezca una herida.


“Con los alumnos, desde hace muchos años, siempre hacemos un experimento con cítricos con heridas y sin heridas, y liberamos miles de esporas, y solamente se desarrolla lesión en aquella fruta que tiene heridas. La herida es fundamental, por eso es importante prevenir y no tener heridas en las frutas”, explica la especialista. Por eso la experta recalca que vale siempre la pena recoger toda esa fruta desde el suelo del huerto, una semana antes, ojalá, antes de que se produzca tanta espora, “porque así vas reduciendo los niveles de inóculo y con eso después evitas las infecciones, la presión de la enfermedad sobre todo”.


De acuerdo a los registros obtenidos tras años de trabajo, esta enfermedad se puede desarrollar perfectamente en la zona central y en el sur, aunque no descarta zonas del norte del país que produzcan cítricos -como el valle del Limarí-, porque hay días secos y con viento donde se puede propagar y desarrollar perfectamente la enfermedad. “Yo diría que toda la zona citrícola puede presentar este problema”, precisa.


Como herramientas de control, la experta de la PUCV señala que los fungicidas para Penicillium normalmente se aplican en las líneas de proceso, como ducha, y hay dos ingredientes activos que están permitidos: Tiabendazol e Imazalil. “Si en la misma línea de embalaje se hacen heridas y se infecta la fruta, la gracia de estos dos fungicidas es que son sistémicos, entonces van a frenar infecciones recientes en el proceso, pero la idea es evitar las heridas todo lo que se pueda”, subraya, añadiendo que la idea es que la fruta llegue sana a la época de cosecha, ojalá con la menor cantidad de infecciones, y que después se hagan aplicaciones en ducha o combinado con ceras; algo que dependerá de la estrategia de cada empresa exportadora. “En esta etapa final es donde se evita que un fruto enfermo infecte a los demás”, finaliza.





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