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Foto del escritorSebastián Valdés

EMPRESA DE ALMA RESILIENTE

Actualizado: 23 ago 2020

En un año icónico para el mundo, donde se pone a prueba su capacidad de superar una adversidad mayor, como la pandemia del coronavirus, en medio de una época convulsionada por el cuestionamiento al modelo de Sociedad imperante y a sus instituciones, y sumidos en la intransigencia del cambio constante, cada individuo está poniendo a prueba sus bases emocionales y sus creencias más profundas.


El 18 de junio pasado The New York Times publicó el artículo “What makes some people more resilient than others” (Qué hace a algunas personas más resilientes que otras). El artículo concluye que se pueden identificar ciertas características comunes en las personas que han experimentado una gran adversidad y la han superado con éxito:


1. Tienen una mirada realista positiva, no se entrampan en lo negativo y al contrario, buscan oportunidades en situaciones sombrías, buscando siempre lo bueno dentro de lo malo.


2. Tienen una “brújula moral”. Las personas resilientes tienen un sólido sentido de lo que consideran correcto e incorrecto, y ello tiende a guiar sus decisiones.


3. Creen en algo más grande que ellos mismos. Esto a menudo se encuentra ligado a prácticas espirituales o religiosas. El apoyo comunitario que acompaña el ser parte de una religión también aumenta la resiliencia.


4. Son altruistas. Tienen una sincera preocupación por otros y un cierto grado de abnegación. A menudo se dedican a causas que consideran significativas y que les dan un sentido de propósito.


5. Aceptan lo que no pueden cambiar y enfocan su energía en lo que pueden cambiar. Las personas resilientes vuelven una y otra vez sobre una situación difícil buscando oportunidades de crecimiento en ella.


6. Tienen una misión, un sentido, un propósito. Sentirse comprometidos con una misión importante en la vida les da coraje y fuerza.


7. Tienen un sistema de apoyo social y ellos apoyan a otros. Muy pocas personas resilientes “lo hacen solo”.


Cuando cambiamos el foco hacia el mundo de las empresas, se tiende a medir su capacidad para superar grandes adversidades en base a los mismos atributos que se le reconocen como competidor, y/o en base a los atributos que el sector o industria donde participan tienen, lo que la historia ha demostrado no ser en absoluto suficiente. Las últimas grandes crisis han derribado a las corporaciones más grandes y a las industrias consideradas más seguras, y la crisis actual pareciera no será diferente en ello.


El artículo del NYT dice que nuestra capacidad para recobrarnos de una experiencia adversa, volver a movernos, e inclusive crecer con ello, depende mucho de la base emocional construída en nuestros primeros veinte años de vida. Nuestra hipótesis es que la resiliencia de una empresa, no como factor único, pero sí fundamental, se sustenta en la fortaleza de su cultura, en su construcción emocional, en su “alma”.


Las empresas con alma no sólo declaran sus valores como un ejercicio académico de planificación estratégica, los viven y se transforman en su “brújula moral” en la toma de decisiones. Creen en su propósito como organización, y en la importancia de su rol para la Sociedad. Saben que no existen para arbitrar valor, sino para agregar valor.


Los líderes de las empresas con alma son mentores, llamados a obtener el máximo potencial de su equipo y a transmitir con fuerza el propósito. Conducen y toman las grandes decisiones, pero a su vez se ponen al servicio de lo que el equipo necesite para cumplir los objetivos. No operan desde su ego, y cuidan el amor propio de los suyos.


Las empresas con alma no se enfocan en castigar el error, sino en aprender de él, y eso lo transforman en parte de su cultura. Los errores se analizan no para determinar culpables, sino para encontrar las causas verdaderas y luego implementar las mejoras necesarias.


Los líderes de las empresas con alma son severos con el cumplimiento de compromisos y objetivos, pero analizan y toman decisiones sobre las desviaciones sin despegarse de sus valores. Saben que cada uno de sus movimientos afectan las creencias de los miembros de su equipo, por lo que su grado de consecuencia con esos valores es crucial para obtener lealtad y credibilidad.


Las empresas con alma se conforman primero de personas y luego de profesionales, formando grupos humanos que actuán como redes de apoyo, en donde los logros del equipo son siempre más importantes que los individuales.


Las empresas se ven afectadas a grandes adversidades al igual que las personas, y las características que las hacen resilientes son las mismas. Así como las personas no nacen resilientes, sino que aprenden a serlo en base a las creencias que generan en base a sus experiencias, las empresas también se hacen resilientes en base a generar experiencias en sus empleados que los hagan creer en algo más grande que ellos, un conjunto de valores, un grupo humano, un propósito por el cual valga la pena esforzarse cada día.


Así como el coronavirus ha hecho a muchas personas replantearse las bases más íntimas de sus vidas, hay muchas empresas que debiesen replantearse qué tipo de “alma” tienen, porque llámese “Subprime” o “Coronavirus”, la historia siempre tendrá una nueva crisis para poner a prueba su resiliencia.


Sebastián Valdés Lutz


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