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  • Foto del escritorSebastián Valdés

ESTADO: EL DIOS PLUTO


En estos tiempos de necesidad, en que la pandemia del Coronavirus ha desatado una recesión global no vista desde la Segunda Guerra Mundial, la sociedad entera mira y recurre al Estado por soluciones y respuestas. Los medios de comunicación se transforman en parlantes del dolor humano, los comunicadores se ceban de poder y toman partido, y los políticos se atiborran al lado del púlpito para predicar y vociferar frente al micrófono que ellos son los que escuchan y entienden al pueblo. Que son los más sensibles, que tienen "calle", que son uno más de ellos.


Las encuestas siempre dicen lo obvio: "el pueblo quiere más de todo" y el cruel gobierno de turno nunca da lo suficiente, privilegiando los intereses de algún tipo de oligarquía. Es una suerte de tiranía feudal.


El ser humano finalmente cree en base a sus experiencias, y todo lo que escucha el ciudadano chileno de sus políticos, comunicadores y de cada uno de los susurros de nuestra sociedad, es que el Estado no ejerce con suficiente fuerza su justo rol de Robin Hood. Porque dinero hay.


Hay muchos susurros en los oidos de nuestra sociedad que influyen sobre las creencias del pueblo sobre lo que es justo y lo que no lo es. Un ejemplo de ello son los impuestos. Mientras más gana una persona más paga proporcionalmente (porcentualmente paga más de su renta). Si suponemos por un segundo que quien gana más llegó a esa condición sólo en base a méritos personales, léase más estudio, más esfuerzo en el trabajo, creatividad, riesgo y emprendimiento, etcétera, ¿No es un castigo a ese mérito el gravarlo con mayores tasas de impuestos? ¿Ese es el mensaje que como Sociedad queremos dar? ¿Más mérito, más castigo? ... No tiene mucho sentido.


Quizás, y sólo quizás, implícitamente lo que nos susurra la Sociedad en el oido es que esa persona que gana más llega siempre a esa condición por "cuna", y que al ser tal un privilegio no obtenido por mérito, merece ser gravado con mayores impuestos proporcionales a la renta. Es de toda justicia. ¿Es así?


Para los políticos, comunicadores, y para quien lo necesite, es mucho más fácil olvidarse u obviar de dónde obtiene los recursos el Estado si "cree" que estos son expropiados de rentas ilegítimas, que no han sido bien ganadas. Esa expropiación no conlleva daño moral, y tampoco aumentar el tamaño de la misma si se decide así en el futuro.

Para mal de los populistas, el país está lleno de empleados y empresarios que generan valor en sus distintas actividades, y cuyas rentas no provienen de su "cuna", sino de sus propios méritos a lo largo de su vida. Parte de ese valor, generado y ganado en forma justa, es expropiado con impuestos para financiar el gasto público, el que en honor al sudor detrás de ello, debiese generar igual o mayor valor social o privado para el país. No hay peor injusticia y daño moral que expropiar el fruto de trabajo justo, para luego malgastarlo en corrupción y malas políticas públicas.


Como Sociedad debemos dejar de hablar del Estado como el dios Pluto, de riqueza inagotable y disosiado de sus fuentes de ingresos. Es el error que cometió Venezuela y Argentina. Detrás de cada movimiento del gobierno de turno, de cada bono, de cada caja solidaria, de cada préstamo social, de cada subsidio a la vivienda, etcétera, está un privado que financió eso con su esfuerzo y trabajo a través del pago de sus impuestos. Quien paga impuestos merece reconocimiento, respeto y agradecimientos de nuestra sociedad. Pues, para los políticos y comunicadores que todavía no lo saben, no existe el dios Pluto.


Sebastián Valdés Lutz

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