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LA GESTIÓN MODERNA JUBILÓ AL "PATRÓN DE FUNDO"

COLUMNA DE ANÁLISIS

Sebastián Valdés Lutz

Revista El Campo diario El Mercurio

14 de Junio de 2021

El “Patrón de Fundo” tiene su origen en las grandes haciendas que se mantuvieron aisladas hasta bien avanzado el siglo pasado, en donde el terrateniente, el patrón, cumplía un rol político, social y económico muy similar al del otrora señor feudal.


Habitualmente estas haciendas se dedicaban a la actividad agropecuaria y por su aislamiento se transformaban en una unidad económica autosustentable, que utilizaba el trueque y el pago en especies como medio de transacción. En las haciendas convivían inquilinos y peones junto con la familia del patrón, conformando una comunidad política y social independiente, en que la educación, la religión y la justicia se desarrollaban bajo la tutela del terrateniente y sus cercanos.


El patrón de fundo gozaba de plena autoridad para sancionar a discreción dentro de los límites de sus tierras, derecho que habitualmente obtenía a cambio de su apoyo político y el de los votos de su gente. La extensión de sus tierras limitaba su control, por lo que el patrón imponía castigos ejemplares ante errores, omisiones y negligencias, buscando educar sobre la conducta esperada de su gente. Del mismo modo, premiaba abiertamente las muestras de obediencia y servilismo.


El patrón concentraba en sí mismo todas las decisiones del fundo, delegando la ejecución en familiares y empleados de confianza, quienes lo retroalimentaban con la información de los avances y resultados. Por ello, el auge o decadencia de las grandes haciendas dependía exclusivamente del conjunto de competencias del patrón a cargo.


Hacia fines del siglo pasado las grandes haciendas fueron sufriendo la decadencia de patrones “no aptos”, y terminaron siendo descuartizadas por las herencias. Las comunicaciones fueron sacando de su aislamiento a inquilinos y peones, que paulatinamente abandonaron el campo buscando oportunidades en las urbes que empezaron a concentrar la actividad productiva y económica del país. De este modo, los patrones agrícolas fueron cediendo en importancia ante un nuevo empresariado industrial y comercial, educado bajo preceptos muy distintos. Hoy, todos los anteriores intentan seguirle el paso a los empresarios que conocen de tecnología e información.


La evidencia que genera el cambio debiese haber socavado las creencias de los antiguos patrones de fundo, más aún con su pérdida de protagonismo en la sociedad, sin embargo, su estilo de gobierno y liderazgo muchas veces ha logrado mantenerse vivo en la industria agrícola.


En el mundo de hoy el patrón de fundo ya no tiene destino. Hoy necesita involucrar otras cabezas que lo ayuden a completar su rol, pero no sabe cómo hacerlo, por lo que se va quedando solo.


En la nueva agricultura el líder no acumula poder, sino que lo administra y delega a cambio de responsabilidad sobre los objetivos, controlando que el conjunto opere en armonía y logre su potencial. El nuevo líder incentiva la iniciativa, y considera el error involuntario como insumo del crecimiento y la innovación. En la nueva agricultura el equipo es más importante que el líder, y el nombre de la empresa es más importante que el del dueño.


El estilo del patrón de fundo ha muerto y el líder identificado con su estilo tiene la opción de aceptar el desafío de reinventarse o vivir añorando las glorias del pasado. En la mesa en que aún tiene asiento está la oportunidad de transformarse en un nuevo director, uno que, más allá de controlar la gestión de la administración, asume su responsabilidad determinando el rumbo estratégico presente y futuro de la empresa. Tendrá que aprender a trabajar en equipo con el resto de los directores, a separar roles con la administración y, sobre todo, a escuchar.


Buen desafío.

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